
Liberty Bell Machine: la primera máquina tragaperras
La primera máquina tragaperras, apodada Liberty Bell Machine fue ideada por Charles Fey, en 1894, un mecánico afincado en San Francisco. Por aquel entonces las salas de juegos se centraban en los juegos de cartas.
Su carrete de tres pistas es aún un referente en slots de juego debido a los símbolos que usa: un diamante, un corazón, una espada, una herradura, una estrella y un Liberty Bell roto.
El funcionamiento era mecánico, y al principio se accionaba cuando se introducía una moneda de un centavo, entonces bajabas una palanca y se configuraba una combinación aleatoria de símbolos que podían resultar en premios.
Evolución de la Liberty Bell Machine
No tardaría mucho en empezar a fabricarse de forma masiva por la compañía Mills Novelty Company, llegando a fabricar en unos años más de 30.000 máquinas como esta y sus variaciones, como la Operator Bell, creada en 1914, que vino a sustituir los viejos símbolos por frutas, símbolos que en la actualidad siguen presentes en la mayoría de máquinas tragamonedas, sentando así un precedente que perdura hasta nuestros días.
Las nuevas salas de juego
Las salas de juego y bares no tardaron en interesarse por este invento. Además, la máquina constaba de un sistema de detección de monedas falsas, por lo que la primera máquina tragaperras, la Liberty Bell Machine, ya estaba preparada para incursionar en todo el mundo.
Fey hizo un imperio gracias a su invento, y estableció que el beneficio que obtuvieron los lugares habilitados repartirían ganancias con él al 50%. Conforme pasaban los años las máquinas tragaperras iban comiendo terreno a otros juegos. Era el negocio redondo: instalabas una máquina desatendida que generaba grandes beneficios, máquina que además entusiasmaba a la gente.
Premios y nuevas tendencias
El mayor premio que te podía dar la Liberty Bell Machine era el que iba aparejado a las tres campanas de la libertad, todo un símbolo de la historia. Así, mediante esta combinación podías alcanzar un premio de hasta 50 centavos, cantidad que ahora nos puede parecer insignificante pero que en la época era un premio suculento.
Aunque la evolución de las máquinas recreativas sigue en avance, ahora todas son electrónicas e incluso virtuales, pero hay cosas que aún perduran, como los carretes, las frutas y las campanas de la libertad que anuncian el mayor premio.
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